Nota original en La Nación, por Esteban Mata.
- Las ‘comercian’ para tener beneficios económicos en zonas rurales
- Instituciones tratan de frenar embarazo adolescente con programa regional
“La mamá las vende ahí mismo, en la propia casa”, afirma Rachel mientras sostiene a su hijo de dos años.
No habla de pulseras ni de perfumes que alguien comercie. Lo que se ofrece es una niña. “Es una señora del barrio que tiene dos hijas”, dice Rachel, adolescente, que quedó embarazada cuando tenía 12 años.
Este caso fue confirmado por cuatro amigas más de Rachel, quienes, como ella, forman parte de las adolescentes atendidas por el proyectoIniciativa Mesoamérica , que procura bajar la cantidad de menores embarazadas.
La Nación consultó a la coordinadora técnica del programa y representante del Ministerio de Salud, Nancy Vargas, si ocurre que un padre ofrezca a una hija de 11 años, por ejemplo, al dueño de un almacén, de un billar o un bar para que sostengan encuentros sexuales, y a cambio, se le perdone una deuda o saque algún otro beneficio económico.
La respuesta de Vargas fue categórica: “¡Sí, sí se da!”.
Vargas confirmó que en el trabajo de campo de dicho proyecto, que se realiza en 11 cantones de las regiones Huetar Caribe y Brunca (zona sur), determinaron que hay padres o encargados de menores que sacan provecho económico de la sexualidad de sus niñas y adolescentes.
Un equipo de La Nación visitó la provincia de Limón, donde escenas como la descrita por Rachel son cotidianas, inmersas entre bananales y fincas de piña, agudizadas además por la pobreza y la falta de oportunidades, según los especialistas.
El pago de deudas por licor, apuestas, mejorar la situación económica, un trabajo con más salario en una finca agrícola o bien solo conseguir dinero fácil, son los motores de esta actividad, aceptó Vargas.
El ofrecimiento de menores de edad por parte de sus papás o encargados para que sostengan relaciones sexuales con adultos, es una realidad que afecta a un número indeterminado de niñas en diferentes zonas el país.
En familia. ¿Y cómo se lleva a cabo este tipo de gestiones?
“Vaya donde el mentao , y que la toque y me trae la mitad de lo que a usted le da”. Así, con matices según el caso, es como se escucha decir a los adultos, según narró Sofía, otra de las menores atendidas por el Patronato Nacional de la Infancia (PANI), en una comunidad limonense de empleados bananeros.